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El Origen de la Casa del Bosque.
Leonor estaba caminando por el sinuoso camino de montaña abundantemente forestado que llevaba a su casa. Las hojas crujían bajo sus pies mojados por el rocío de la hierba. Era una niña pequeña y rubia, que no debería andar por el bosque a esas horas de la tarde, cuando anochecía.

Pero, aun siendo una niña, no podía soportar aquella situación que estaba viviendo en su casa, porque parecía que no se daba cuenta, pero sabía perfectamente lo que les pasaba a sus padres.

Siempre los veía, por las noches. En la cocina. Discutían muy fuerte, demasiado fuerte para la niña, que siempre acababa llorando ante la dura escena de una grave discusión que siempre acababa con su madre en el suelo, sangrando. Su padre era un borracho, ahora ella lo sabía.

Lo odiaba con toda su alma, pero debía volver a casa. No le gustaba todo aquel dolor, pero debía volver, debía enfrentarse a los sentimientos de aquellos en cuyo seno había crecido. 

Vislumbró la casa entre los árboles, mientras seguía caminando por aquel sendero que noventa años después atravesarían dos chicas en busca de su cruel destino.

Aunque Leonor también buscaba el suyo en ese momento.

--- ¡Fuera de esta casa, criada malparida! --- gritó su padre desde el umbral de la puerta, arrojando el baúl de la criada hacia la cabeza de la misma, quien salía corriendo de la casa. 

--- ¡No, por favor!¡Ignacio!¡Déjala, sólo ha derramado un vaso de leche! --- Suplicaba la madre de Leonor, que agarraba a su marido de la pierna. Fue apartada de una patada en la boca, con lo que empezó a sangrar.

Leonor corrió hacia la escena, pero la esquivó y subió corriendo las escaleras de caracol que había en el "hall" y que llevaban a las habitaciones. Se tiró en la cama y lloró angustiada, abrazando fuertemente su almohada. Pero no le dió tiempo a mojar la almohada con sus lágrimas, pues
dos disparos cortaron de cuajo el silencio y la tranquilidad que se experimenta en medio del bosque.

--- Dios mío, ¿¡Qué he hecho?! ---Gritó su padre desde afuera, aún con voz de borracho inmundo.

Leonor miró por la ventana. La escena más grotesca que presenciaría jamás estaba más allá de los cristales, allá abajo, muy cerca de ella.

La criada yacía muerta aún sujetando con las manos su viejo baúl. Tenía un tiro en la frente. Su madre se estaba arrastrando hacia su padre, gritándole "Hijo de puta, vas a matar también a nuestra hija". La había dejado parapléjica, pues le disparó en la parte inferior de la columna. 

--- No puedo permitir que vivas así, amor... --- dijo Ignacio con una macabra sonrisa. PUM. La madre de Leonor también yacía muerta. Su padre, en su demencia y también en su borrachera, procedió a profanar los cadáveres, todo esto siendo visto por una niña de menos de 10 años. 

Cuando el monstruo de su padre terminó, subió a por la niña, gritando como un loco: "El mundo es dolor, hija. Muere y todo será más fácil". 

Ya sabéis cómo son los niños, con su infinita imaginación. Un pensamiento lleva a otro, y ese otro a su vez. Leonor comenzó a pensar en su madre, y recordó sus palabras, muy asustada.

"Hija, siempre que tengas miedo de papá, mira debajo de tu cama. Ahí encontrarás la clave. Pase lo que pase, no dudes. Haz lo que sea para sobrevivir, excepto matar a otra persona, eso es de cobardes".

Miró debajo de su cama y encontró una pistola, parecida a la que tenía su padre. Se dio cuenta de que solo estaba en desacuerdo con una de esas cosas que dijo su madre. Matar no indica cobardía, sino supremacía, ya que el que es más fuerte puede matar al otro. ¿O no?

Cogió la pistola y salió de la habitación dirección a la escalera, por donde subía su padre, gritando incoherencias.

"Pase lo que pase, no dudes".

La locura se apoderaba de su mente infantil. Leonor quería matar. Por su mente pasaban cosas tan nefastas como maldiciones que su abuela le había enseñado, pues ella había sido bruja. "Que esta casa no descanse en paz jamás, que el dolor que se vivió se muestre y con violencia actúe".

"Pase lo que pase, no dudes".

EN CONSTRUCCIÓN...


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